sábado, 5 de abril de 2014

Creepypasta - El Maestro de Marionetas


La primera vez que Alicia observó a TIM, su marioneta de regalo, no le llamó mucho la atención. Solo recordaba esa sonrisa extraña, y sus cejas caídas con sesgos extraños de malicia y melancolía, encerrando muchas interrogantes en torno a su procedencia, fue a dar sin mas al viejo baúl de los recuerdos. 
Quizás ese gesto despiadado para con TIM, era producto de su inquietante semblante. Esa despreocupación absoluta por su bienestar cuando los niños desechan la basura que los adultos suelen dar, sin saber siquiera el gusto del festejado. Reflejaba la indecisión de Alicia a la hora de usarlo y mucho menos presumirlo a sus amiguitos, solo de vez en cuando, aseando la casa, observaba su figura asomar entre los juguetes, para su sorpresa, ahora el rostro deformado en una expresión de rabia, de enojo hacia Alicia. 
Movida por la curiosidad más que por otra cosa ajena a su voluntad tomó sus cuerdas, haciéndola bailar para ella; notó un pequeño cambio en el semblante de su amigo de madera, tornándose levemente maliciosa como al principio incitándola a no parar... levantando la cabeza hasta cruzar su mirada con la de la niña, sonreía de placer, un tanto diabólica, supo de inmediato que deseaba más todavía y que eso no era bueno... En ningún momento Alicia quiso imaginar cuando ocurrió el cambio. Como por inercia, consiguió tirar a TIM lo mas lejos posible.
Tendido al lado de su cama, con el cuello levemente dislocado... y esos ojos chicos llenos de un deseo extraño. Incitándola a arrojarla, esta vez, al fondo del baúl, muy al fondo.
Pudo imaginar el sentimiento de aquel muñeco, y los deseos casi incontenibles de libertad, siendo manipulado desde su creación de forma dependiente a alguien que lo controlara, aun así ignoró los lamentos desde el interior de su frágil “humanidad”, gritando desesperadamente a su mente trascendiendo la frontera de la razón y la realidad de un simple muñeco. A pesar de ser así, era una simple marioneta, y era Alicia quien tenia el control. Hasta el día en que, misteriosamente, desaparecieron cada uno de sus juguetes, uno por uno.
Atribuible, desde luego, a la fascinación de su hermano mayor por desarmar todo aquello que presente un desafió a su ingenio destructivo. 
Pero no. Para cuando los encontró, observó que tenían pequeños orificios en ambos brazos y piernas, con cuerdas colgando de sus extremidades, con la boca zurcida para evitar el grito de dolor al sentir sus punzadas, como si todos en aquella pieza poseyeran algún tipo de vida propia... Y en el pecho de TIM escrita las frases...
"Alicia... mi juguete preferido... juega conmigo" 
La niña trató de retroceder, y salir corriendo de la habitación, pero los brazos de su padre la detuvieron al instante de su frenética huida fuera de la casa, o más lejos quizás si las piernas le daban.
A comer.
Alicia bajó las escaleras, muy pensativa, sentada frente a la mesa. Rondada por la fastidiosa idea de TIM dando vueltas a esa misma hora, pero sería demasiado paranoico pensar en ello, pues más de alguna vez su hermano mayor le había gastado ese tipo de bromas. Tan inocente, tan miedosa, un gesto de angustia comenzó a quitarle lo poco de hambre que tenía cuando notó que su madre tenia heridas en ambas muñecas a la hora de servirle el plato de entrada:
- Estaba un poco distraída... me tienes preocupada hija, ¿sabes?
Fue su excusa cuando miro los ojos de Alicia llenos de miedo, luego que su padre acotara:
-Yo también me corté un poco... que descuidado somos, ¿no es así, mi querida pequeña? 
Gesticulando con una sonrisa extraña, igual a la de su marioneta TIM, acercándosele cada vez más Alicia comenzó a retroceder disimuladamente, pero algo la detuvo cuando comenzó a sentir cada vez más ligeras las piernas, y un cosquilleo en sus manos, como la sangre alborotaba su cabeza, cayendo dentro de ella misma... cayendo. Se desmayó.
Perdiendo el sentido, para luego despertar en su cama, producto de un fuerte escozor en sus extremidades. Observó con terror como sus brazos se movían por sí solos. Miró el techo con las pupilas dilatadas, aquel muñeco manipularla a su antojo:
-Niña mala... jugaremos los dos ahora... solos tú y yo- Y de pronto soltó una carcajada estrepitosa que le hubiese partido el alma, a parte del cuchillo que sostenía TIM justo en esos momentos.
Alicia trató de pedir ayuda con un grito, pero sus labios estaban sangrando: también los había cocido de extremo a extremo, como a una muñeca. Sollozando, pidiendo perdón, cerro los ojos y sintió como cayó desplomada otra vez en su cama. Volvió a abrirlos, y notó que no había nada, ni nadie, solo la ventana abierta de par en par, y el viento acariciando su rostro. 
-Debió ser un sueño- Pensó.
Tratando de consolarse, cuando se acordó del baúl de los juguetes, caminó unos pasos y miró el interior del baúl. ¡Sorpresa! TIM, la marioneta, no estaba allí. Solo unas cuerdas desechas, y unas viejas tijeras junto a un rastro de sangre que daba a la habitación de sus padres... 
Alicia sintió miedo... sabia lo que estaba pasando... sintió unos pasos atrás suyo... y una pequeña sombra deslizarse por los rincones... La puerta se cerró de golpe... Ambos estaban solos...
-Juega conmigo... Alicia.- Dijo la voz.

Video:


Fuente y Créditos:
http://es.creepypasta.wikia.com/wiki/El_maestro_de_las_marionetas 

Creepypasta - La Dama de Plata


Internet. Sí, esta es la solución a mi problema, Internet. Este lugar es el único sitio donde puedo contar la historia. Mi desgraciada historia y la de... eso, esa, que ha absorbido todas mis ganas de vivir. Tendré que empezar desde el principio.

Mi madre es española, pero mi padre, Dios le tenga en gloria (si es que de verdad hay alguien arriba. Al ver lo que he visto he perdido toda mi Fe), era sueco, proveniente de un pequeño pueblo de la Laponia, de cuyo nombre me resulta muy complejo para tener que acordarme precisamente ahora. A pesar de esta sangre nórdica por parte paterna latente en mi, siempre he vivido en el país de mi madre, con su cultura, cerca del sol y de la playa. Pero al morir mi padre, en su casa de Suecia, solo (estaban divorciados, a mi desgracia) y sin familiares cercanos, tuve que ir personalmente yo al frío país a recoger los bienes materiales que él me dejaba en herencia.
Aunque gracias a mi padre hablaba y leía a la perfección el sueco, estaba realmente nervioso por ir hasta allí. Sólo había visitado Suecia una vez, de pequeño, y no me acordaba prácticamente de nada, tan solo de la gran casa donde había nacido y vivido mi padre. Mi padre era de la nobleza. Una nobleza sin ningún poder, pero con propiedades y una considerable suma de dinero aún vigentes. Propiedades que ahora me pertenecían por derecho. Después de varios largos viajes, llegué a ese pueblo. No tuve que preguntar dónde se encontraba la casa, se veía de inmediato, era enorme, y un poco apartada de el pueblo. Llegué andando hasta la casa, y cuando estuve enfrente de la gran puerta, cogí la llave que me entregaron por correo, y entré. 
El casalote denotaba frío, todo lo componían colores fríos, elegantes, cierto, pero fríos. Pero lo que me llamó la atención no fue el azulado mármol, ni la enormidad del vestíbulo, si no que al final de las tres escaleras que subían a la planta superior, dos de ellas, la central y la que quedaba a mi izquierda, estaban totalmente tapiadas con maderas y clavos, como si... se quisiera retener algo. Con la luz ahora ya encendida, subí por la escalera de a mi derecha, la única que parecía de fácil acceso, y que daba paso a un largo y lúgrube pasillo de la primera planta. La ventanas, que daban al exterior, dejaban pasar la suave luz del norte, haciendo penumbra en el lugar. A mitad de camino me detuve para mirar al exterior: el paraje, con sus pequeñas casas donde mayoritariamente vivían personas de la tercera edad, habitantes del frío valle... Me fijé en el reflejo del cristal, en una esquina inferior de la ventana. ¿Que era eso? Un matiz plateado se movía suavemente... Escuché un rápido correteo detrás de mi, y me giré rápidamente. Al hacerlo, mientras miraba al muro, dónde solo se hayaba mi sombra oí un resquebrajamiento de donde acababa de quitar la vista. Con prisa, empecé a caminar hacia el final del pasillo, hacia donde se hayaba la habitación de mi difunto padre. 
Era una habitación muy sencilla, había una cama con dosel, un escritorio y una silla. En la mesa tan solo había un maltrecho cuaderno. Me extrañé. Mi padre no era muy de escribir. Además, tenía pinta de ser muy antiguo... Lo abrí y me sorprendí por la letra infantil. Empecé a leer en un sueco que por suerte entendía:
19 de diciembre
¡El profesor me ha dado un regalo adelantado de Navidad! Es este diario. Me ha dicho que así puedo practicar la escritura, pero ya escribo bien. No se que escribir, solo que Josh llora mucho. En un mes cumple seis meses, y yo en tres meses tendré nueve. Quiero que papá me compre ese perrito tan mono que vi en Estocolmo.
¿Josh no era el nombre de mi abuelo?
 20 de diciembre
¡Odio a papá! Dice que no me va a comprar el perrito... Encima me ha regañado por leer su periódico por encima de su hombro. Dice que una en una dama eso es de mala educación. Camilla también me lo dijo, cuando me acerqué silenciosamente por detrás para leer mientras escribía en su diario. Josh no para de llorar.
Ahora también aparece mi tía abuela, la mayor, Camilla...
21 de diciembre
Papá esta muerto... Le empujé por las escaleras... ¡pero fue sin querer! de verdad...
La siguiente entrada estaba cubierta de sangre seca:
22 de diciembre
Mamá se ha ido con Josh. Ahora tendría que venir a buscar a Camilla. Tendría porque Camilla estar a mi lado muerta llena de sangre. Empezó ella, yo no quería hacerle nada. Empezamos a discutir en la cocina, en cuanto mamá se fué. Ella decía que yo maté a papá, y yo que solo fué por lo del perrito. Estaba histérica y ella cogió el cuchillo temblando. Parecía que quisiera defenderse de algo. Yo cogí otro por si acaso, y ella me atacó. Me dió arriba del estómago y me dolió mucho. Yo le ataqué y gritó. Ahora estoy escribiendo esto aquí, en la cocina manchada. La odio. A ella y a mamá. Ella también cree que lo hice expresamente. Odio a toda mi familia, Josh siempre llora, a el también. ¡Los voy a matar a todos, a toda mi famili-
Acababa aquí. Entonces, detrás mío oí una cuerda tensarse. Mi padre estaba blanco, cubierto de escarcha, muerto, aunque horas antes lo ví en la morgue. Tenía los ojos vivos, aunque todo él estaba muerto, y miraba hacia el cuaderno... Y después hacia mis ojos. Salí corriendo y solo me detuve para, en el final del pasillo, ver a ella, con el vestido y la piel nívea grisáciea, con unos ojos negros con iris gris. Salí de la casa a toda pastilla, con el cuaderno aún agarrado (no me di cuenta que todavía lo llevaba). Cogí el primer avión, y aquí estoy, escribiendo esto, totalmente seguro de que ella está aquí, en el sur, buscando su cuaderno, su diario... He escrito esto para advertiros, puede que os cruceis con ella, con la Dama Plateada, y creedme, a ella le encanta leer y mirar por encima del hombro.

Video:
 
Fuente y Créditos:
http://es.creepypasta.wikia.com/wiki/La_Dama_de_Plata